Fiestas

Baile en el Teatro

Me llega al alma el candor
que su mirada ilumina
cuando en la tarde camina
la vieja calle Mayor.
( Del poema “ San Sebastián “ )

 


 

 


 


No son pobres en jolgorios las cuatro estaciones galdenses. Llenas antes de festividades de marcado sentir religioso, dado el número de iglesias y ermitas y la piadosa costumbre de las capellanías de celebraciones, están acompañadas hoy de los más diversos divertimentos que han hecho de Gáldar un punto de encuentro de parranderos y devotos peregrinos.
Apenas iniciado el año, la fiesta de Reyes es motivo de masiva concurrencia al reclamo de los desfiles y cabalgatas que preceden a la representación del tradicional Auto de los Reyes Magos. Le sigue a esta entrañable efemérides la de San Sebastián, de arraigada devoción popular que con Santiago Apóstol, Corpus y Santa Lucía, fue de las primeras manifestaciones religiosas. Están la pequeña ermita y su plaza junto al antiguo camino real.

Distintas son las fiestas de carnavales en la actualidad de aquellas que tuvieron vida hasta los umbrales de la Guerra Civil. Los vistosos desfiles de carrozas, verbenas en la plaza, los bailes del Casino en el Teatro y en el popular Cinema, las estudiantinas y rondallas callejeras, el ir y venir de las máscaras a todas las horas del día, son ya nostálgicas viñetas perdidas en el desván de los recuerdos.

De romeros eran las fiestas de la Vega, San Antonio de la Grama, San Marcos o San Isidro el Viejo. Más solemnes, recogidas y multitudinarias fueron siempre las de nuestra Semana Santa, con sus hermosos pasos procesionales por las viejas calles embriagadas de incienso, hinojos, romeros y azahares.

A la Cruz de Amagro se subía en la más esperada tarde de Mayo, al tiempo que empezaban a nacer los amores primeros al calor de los inolvidables “ alumbrados “ marianos y se vestía de fiesta grande San Isidro, cita de los pueblos vecinos, con bullicios de parrandas alrededor de la buena carne y los “ huevos duros “.

Ya en el tiempo en que maduran los trigales, por los caminos que tenían en otros entonces orillas con eras y rediles, a pie o en la adornada caballería, se acerca el labrador de las medianías a honrar al Señor San José de Caideros, regresando tal vez con una novilla o el hato de ovejas tratadas en el concurrido ferial. Y mientras la plaza de Santiago parecía embrujarse con las tocatas domingueras de la Banda de Música, una vez al año, Jueves luminoso, madrugaban los vecinos que habían de engalanar sus calles con arcos, alfombras, enramadas y altares para el nunca olvidado recorrido procesional del Corpus Crhisti, tan de ayer como las mismas fiestas de Santiago, faenas repetidas por las calles de Enmedio, la Barbada y Guaires para la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús que instituyera el cura Romero en las postrimerías del XIX.

Pero, de entre todas, serán siempre las más importantes con diferencia, las que Gáldar programa en honor de su excelso Protector Santiago de los Caballeros. Fiestas grandes que llegan ardidas del sol de julio, barruntadas ya en las ancestrales hogueras de San Antonio, de las vísperas sanjuaneras, de los santos Pedro y Pablo. Y en la paz y los silencios que le crecen a los surcos en la siesta estival de las huertas y cercados. Y en el azul intenso del cielo, en el alboroto de las “ aguilillas “ al caer la tarde, en el apresurado ir y venir callejero, en el color limpio de fachadas y ventanas. Tiempo de estrenar el terno nuevo y los zapatos que aprietan, de los pellizcos del barbero moldeando la moña veraniega, de sentir el campanilleo de las banderillas de papel, las guirnaldas y farolillos en la plaza. Y el gritar de las turroneras o el olor del carburo de los molinillos y ventorrillos de palma. Tiempo de ir y venir cien veces a la plaza del mercadillo, ricamente surtidas las traperas sobre el suelo, mientras chorrea generoso el viejo pilar. Fiesta de rebosante fervor en la solemnidad litúrgica y de sana alegría en los tan añorados entretenimientos, continuados en Santa Ana y San Cristóbal.

Las fiestas cumbreras de Santo Domingo en Juncalillo, las marineras de San Telmo de Sardina, y la desaparecida Santa Lucía, cerraban el año con las más hogareñas, las de Navidad, con sus misas de la luz, sus portales y sus pastorcillos de la iglesia para la Misa del Gallo.

El auge populoso de los barrios, las numerosas parroquias de nueva creación y la cómoda red viaria en todo el municipio han deparado un alto índice de celebraciones, conocidas ya muchas de ellas con notorio prestigio. Ntra. Sra. de Fátima en La Montaña y Barranco Hondo, Ntra. Sra. del Mar en Caleta de Arriba, Santa Teresa de Jesús en Cañada Honda, Ntra. Sra. de Lourdes en Marmolejos y Taya, Ntra. Sra. de las Angustias en el Sobradillo, Santa María del Saucillo, San Antonio en Hoya de Pineda, Ntra. Sra. del Carmen en Nido Cuervo y Ntra. Sra. de los Desamparados en Barrial, forman entre otras más el apretado ramillete de festividades nacidas al correr de los últimos años.